Reseña:

A la manera de las crónicas de viajeros del siglo XIX en México, en las que la curiosidad y la observación se entretejen con la imaginación, las historias que integran este libro van hilvanándose, y una tras otra se desdoblan para dejar espacio a los escarceos con el paisaje y a la búsqueda de miradas reveladoras de lo que es y de lo que ha sido. Tras las ojeras del tiempo, Mónica Lavín busca con singular tino la comisura de cada trazo en las calles citadinas, el enigma de recintos civiles y sagrados, la historia de los que cuentan las historias, y con los instrumentos de hoy, pero sin dejar a un lado el lápiz y el papel, nos recuerda que es fácil llegar a lugare alejados e increíblemente desconocidos, pero que hacer de ellos un espacio para el encanto y el disfrute implica algo más que dominio del lenguaje, sacrificio e imaginación, se requiere también voltear a verlos con amor.