Reseña:

El subsuelo de la Ciudad de México es una evidencia física de su historia y vida cotidiana. Quien se sitúe en el centro simbólico de la ciudad -el asta bandera del zócalo-, al mirar hacia el norte encontrará, uno al lado del otro, dos grandes esfuerzos de preservación histórica: las obras de rescate de la Catedral Metropolitana y,a su derecha, las excavaciones del Templo Mayor. Y más lallá, las escaleras que hacia abajo nos conducen al metro. Entre la chispa eléctrica de la vía y la luz artificial, destella el anaranjado de los vagones. El Sistema de Transporte Colectivo Metro es nuestra hormiga férrea, las venas del tránsito de la ciudad, que conducen a más de 1200 millones de usuarios en un año. El subsuelo ha sido tierra fértil para el mito y la imaginación. Para las historias tristes, para desmedidas fantasías y para negros consuelos. Las leyendas se construyen en tanto se encadenan rumores: milagrosos animales gigantes, muertos que vagan en la oscuridad. Pero, sobre el mito se cierne una realidad: una parte del subsuelo sirve como cobijo a niños, que han hecho e las coladeras casa-escondite, refugio para la intimidad y para el sueño. La población del subsuelo tiene su propia dinámica de crcimiento, segunda y tercera generaciones de habitantes de las profundidades construyen día a día su propia histopria marginal. El subsuelo es vasto y proveedro, simultáneamente funcionan en él redes viales, de energía eléctrica, gas, telecomunicaciones, agua potable, drenaje, oleoductos... Decenas de miles de mujeres y hombres trabajan diariamente, noche y día, en la operación y el mantenimiento de esta magna infraestructura, soporte de la vida en la superficie. Basamento del pasado, albergue del desarrollo y lamodernidad, el mundo subterráneo es espacio primordial para la ciudad del futuro.