Reseña:

La Manquesca llega ahora para cerrar el círculo de la trilogía que empezó con Escorpión Dorado y siguió con La Mayora. Una primera y superficial aproximación a la lectura de este triángulo textual podría hacer pensar que se trata de una construcción costumbrista o regional, dedicada a aquellos lectores guerrerenses -no pocos, sin duda- que aún tienen el placer por la lectura y la necesidad de rearmar o reafirmar sus identidades pueblerinas o locales. Pero no es ese el valor particular del triángulo indicado, siendo La Manquesca con el texto de mayor alcance a referir si de los que se trata es de medir la calidad y la universalidad de la escritura: el círculo local en el que se juega la trama de la (s) obra (s) es espacio ficcional desde el que se describe o se construye un mundo literario sin fronteras, con personajes que siendo peculiares y precisos en su configuración de carne y hueso, se inscribe en un universal de todo conocido: el de la revolución provocada en todo el mundo por la aparición de lo que alguien bautizó como "la caja idiota". Cambio de época: reconfiguración de las sensibilidades y de las maneras de pensar; trastocamiento de costumbres y de las formas "de oír" o "de escuchar"; fracturas sin remedio en las maneras "de hablar" y "de comunicar". Sueños trastocados; imaginarios violados y vejados; modificaciones drásticas en el sentido y la lógica del "tiempo": todo se reanima y se deforma, desde la perspectiva del protagonista principal en torno a los programas y a sus particulares horarios de la televisión, en el periplo dramático (toda una época) en el que el aparato radiofónico queda vencido por esa "caja idiota" para siempre. El drama de esa o de esas tradiciones tiene en La Manquesca su punto culminante de escritura: Jiménez mola la novela con maestría, sin temor a ensayar audaces y nuevas formas de relato.