Reseña:

Mariano García aborda en este texto crítico la tarea de hacer evidente la insoslayable originalidad de la obra literaria de César Aira, descubriendo redes de sentido en torno al "génos" griego (procreación, origen, generación). De este modo, el Leitmotiv aireano del "engendramiento" se vincula aquí con el "continuo", la otra idea clave y principio constructivo que la presente investigación pone de relieve. En base a estas dos coordenadas aparece en este sistema la marca aireana de jugar hasta la exasperación con las leyes del Mercado. Es este sentido la idea de un fluir sin interrupción en la obra de Aira que el autor de este trabajo crítico pone sobre el tapete sirve de trampolín tanto para el tratamiento de la profusión de una escritura, de la androginia (en tanto se vea allí un fluir de marcas sexuales sin fronteras), de la parábasis (es decir, la construcción de pasajes borrosos entre la así llamada realidad y la ficción), de la "degeneración" literaria, así como para hacer engarzar con todo ello la sutil manera en que los textos comentados terminan en finales sin conclusión aparente. Este rescate del continuum aireano le permite a Mariano García descubrir también la resistencia de esos textos a una representación autoritaria o, mejor dicho, ellos le dan la oportunidad al crítico de señalar que la obra que analiza exhibe un extraño maridaje en muchos de sus signos entre significado y significación. Lo que este estudio resalta, finalmente, es una línea genealógica que arribaría a Aira pasando por Eduardo Gutiérrez, Arlt y Puig para venir a conformar una poética de la innovación en las letras argentinas que, como nunca antes, pondría en jaque la diferencia entre la aparición y la apariencia, entre el verosímil y la realidad, entre la realidad y su presunta representación. No es de extrañar, así, que entre los nombres más mentados como ancestros de la postura aireana aparezcan los más conspicuos de las vanguardias francesas (por ejemplo, en la tradición de la escritura automática de los surrealistas), pero especialmente, de la estirpe de alguien como Marcel Duchamp, con quien Aira comparte una especial tendencia hacia un arte de la transformación. De aquí a la inflexión maravillosa hacia una cierta epifanía del cambio y la metamorfosis que alcanzan las fabulaciones de Aira hay solo un paso. Y este es el paso que el crítico nos ayuda a percibir. José Amícola