Reseña:

Una escritura que violenta los lugares comunes sobre la migración, el amor y la maternidad. Un sutil ejercicio de funambulismo al que nos arrojan los instintos de la carne y las compulsiones de la racionalidad. La prosa de Natalia Padilla es nítida, brillante. Es portadora de una sensibilidad compleja capa< de llegar a la esencia de las cosas sin olvidar los matices. Es cuna escritura con gran poder de vocación, en ella la memoria está impregnada de sensualidad. De laberinto en laberinto el lector avanza hacia un horizonte onírico tan verdadero como su propio cuerpo. En la voz de Natalia Padilla yace el dolor de la distancia. Pero no solo de la distancia geográfica, sino una distancia emocional -e incluso existencial-; una suerte de separación con los demás, una otredad inherente al texto. Pero ¿quién es esa otra que dicta desde la lejanía?, ¿quién esa otra que se desdobla en esta y duele? Dile que el cielo es azul es la indagación herida y sincera de saber quien habla en la distancia.