Reseña:

¡Qué autobiografía! Parece que tiene alma, parece que tiene espíritu. Al que se asomara superficialmente a la vida de Pancho le podría parecer con varias contradicciones: nace en estados Unidos y es más mexicanos que los tamales; se forma en la Compañía de Jesús, se ordena sacerdote, pero se compromete a vivir con su mujer hasta que la muerte los separe. ¿Cura renegado? ¿Alejado del cristianismo? Absolutamente todo lo cotrario. Su vida entera es un gran testimonio de la fidelidad a Dios. En estas páginas veráscómo esta vida real tiene más vericuetos que la misma imaginación y lo que parecen incongruencias vienen a ser simples daminos del viento que sopla donde quiere. Algo se alcanza a percibir de este artista extraoridnario, tanto por lo prolífico de su obra, como por la fineza y gran calidad de sus cuadros, murales y demás creaciones. En varios de ellos, al contemplarlos, casi se oye ese viento presente en su vida, y que al leer este libro, sentirás su suave soplido, si lo lees cone l conrazón atento. El lector puede acompañar a Pancho a una localidad remota de Sinaloa, cuando le enseñaron sus primeras lecciones de infancia, a Guadalajara en el Instituto de Ciencias, donde cursó secundaria y preparatoria y llegó a ser el príncipe del colegio; a Santiago Tianguistengo en el Estado de México, donde ingresó a la Compañia de Jesús e hizo su noviciado. Continúa sus interesantes vivencias en Filipinas y distintas partes de China con intervalos en Guadalajara, Jalisco. Su vida está narrada en estas páginas que el lector quisiera que se alargaran para disfrutar más de tanta aventura en la que Ana está, a veces veladamente y otras en primer plano, como gran sostén y compañera fiel de este gran hombre. Los de su talla no se dan en maceta. Pasarán muchos años antes de que pueda darse un remedo de Pabncho Borboa, aquel que siguió los caminos del viento. - Jesús José López Barrio