Reseña:

El agua libre y gratuita fue perdiendo su fragancia y su cualidad como "hacedora de comunidades" para convertirse en un producto industrial gracias a la revolución sanitaria del siglo XIX encabezada en Inglaterra por Edwin Chadwick y en Estados Unidos por Benjamin Latrobe. La "nueva revolución sanitaria" de principios de los años noventa proclamó "precios reales" del agua y nuevas regulaciones sanitarias, con desagües más largos, más gruesos y más extendidos, e incluso plantas de tratamiento más caras. Estas políticas, destructoras de la autonomía local y de los derechos tradicionales al agua, favorecen la privatización y el trasvase de una cuenca a otra sin tomar en cuenta la matriz local monte-suelo-agua, esencia genuina de la percepción del ciclo hídrico de cada cultura.