• ANALES DEL CINE VOL. 12 EN MEXICO 1895-1911

ANALES DEL CINE VOL. 12 EN MEXICO 1895-1911

1906: LOS CINES PUEBLAN LA CIUDAD DE MEXICO

$ 250 MXN

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Autor: JUAN FELIPE LEAL Y EDUARDO BARRAZA

Editorial: JUAN PABLOS EDITOR

Tema: CINE

Año de Publicación: 2017

Páginas: 312

Formato: 19.00 x 26.00 x 2.0

ISBN: 9786077114192

Reseña:

1906 fue el año de alta significación política en México por la represión que hubo de la huelga de los mineros de Cananea; la celebración del centenario del nacimiento de Benito Juárez, que los jóvenes intelectuales aprovecharon para hacer una defensa a ultranza del laicismo; la publicación de la revista Savia Moderna dirigida por Alfonso Cravioto y Luis Castillo Ledón, que en opinión de Alfonso Reyes fue la que dio voz a un "nuevo tiempo" e hizo posible la primera Exposición de Arte de Savia Moderna en la que presentaron sus obras los pintores Diego Rivera, Saturnino Herrán y Joaquín Clausell, entre otros; y porque en este año tuvo lugar la aceptación universal del cinematógrafo en el gusto del "Señor Público" a grado tal que uno de los grandes escritores de la época, Ángel de Campo, "Tick-Tack", sentenció: "Las tandas se mueren. ¡¡¡Viva el cinematógrafo!!!. Toda una odisea fue hacer del nuevo invento un espectáculo, una diversión, un entretenimiento que difundiera, además, algunas de las actividades gubernamentales entre la "burguesía humilde", las "buenas familias" y los "bajos fondos" de la sociedad mexicana. El cinematógrafo encontró rumbo propio gracias a la tenacidad de los primeros cineastas nacionales que eran a la vez exhibidores, productores y dueños o administradores de salas, sobre todo, en la Ciudad de México. En fin, todo cambió en este año de 1906 cuando el cinematógrafo triunfó sobre el teatro, en particular, sobre la zarzuela del llamado "género chico": vario el lenguaje y se transformaron los espacio públicos, mudaron los horarios de esparcimiento y se iluminaron las marquesinas de los salones de espectáculos. Los empresarios del armo fueron generosos con los niños, niñas y mujeres a quienes obsequiaban regalos y hacían descuentos especiales, magnanimidad que también alcanzo a los artesanos y obreros que solían asistir al cinematógrafo los domingos por ser el único día de descanso pero los locales de cinematógrafos también tenían sus lados oscuros y peligrosos: se permitía la entrada a "mujeres perdidas y gente de trueno", por un lado; y por el otro, as deficiencias en las incipientes instalaciones eléctricas provocaban recurrentes incendios. Gracias a Juan Felipe Leal y su colaborador Eduardo Barraza contamos con un libro espectacular, bien escrito, convenientemente ilustrado, abundantemente en cuadros de concentración de datos, con excelentes fuentes bibliográficas, hemerográficas y fílmicas; todo lo cual nos permite entender y apreciar este año de 1906 en el cual los cines se multiplicaron y poblaron la Ciudad de México.

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