Reseña:

En los hechos, la estabilización de las fuerzas clientelares y de las estructuras de lo político (personalismo) han sido operativamente exitosa y "funcional" para construir formas de inclusión precisamente mediante el recurso a redes de protección, de apoyo y de "confianza", paralelas o alternativas a la política y al derecho (mafias, relaciones clientelares, violencia política, corrupción). Esquemas y marcos en donde la negación, trivialización e irrelevancia de la norma, la naturalización de la violencia, de la simulación recursiva y el exterminio criminal se estabiliza al amparo de políticos, policías, jueces, gobernadores, diferentes sindicales, "defensores" de los derechos, obispos adláteres e la revolución y de un largo etcétera que se protegen entre sí, y que también son utilizados por el ciudadano común en tanto y cuanto esquemas que hacen plausible construir otras formas de confianza social que, paradójicamente, permiten en México resolver de manera diferente los problemas que porta la modernidad, sólo que con todas las consecuencias de esa modernidad; con todas las posibilidades efectivas disponibles para acomodar la ilegalidad a la legalidad de es ilegalidad contextual. En México están dadas todas las estructuras sociales disponibles para los gobernadores, delegados o alcaldes se conviertan en verdaderos señores feudales de sus respectivos estados, al igual que los jefes delegacionales, de secretarías estatales, policiales, institutos universitarios, investigación, organizaciones laborales, escolares, sindicales y sociales o de cualquiera que tenga "contactos" y sepa cómo se pacta la aplicación de la ley. Precisamente, sobre esas bases se construyen, reconstruyen, estructuran y operan las expectativas, la confianza y el orden social en México.