Reseña:

El presente volumen de El mundo simbólico de Filippo Picinelli consta de dos libros: el XXIII, sobre Los instrumentos musicales, y el XXIV sobre Los instrumentos agrícolas, en los que, una vez más, se tocan dos aspectos fundamentales en la vida humana: el trabajo y la diversión. En el libro XXIII, a lo largo de sesenta y tres emblemas, Picinelli nos presenta una selección de instrumentos musicales, en su mayoría ya existentes en la Antigüedad, con una fuerte carga simbólica que permiten al autor establecer analogías entre las características y usos de los distintos instrumentos y los valores morales que quiere transmitir: los instrumentos de cuerda, de carácter apolíneo, como la lira, la cítara o el arpa, para simbolizar una serie de virtudes que el lector debe aplicarse a alcanzar; los instrumentos de viento, de carácter báquico, como la flauta de Pan, el órgano o la gaita, como símbolos de todo tipo de vicios que debe evitar. Como contraparte del ocio, a través de los noventa y cuatro emblemas del libro XXIV desfilan los aperos que intervienen en las distintas fases del trabajo agrícola: el arado, la azada, la hoz, el trillo, la criba, el molino, etc. Ya desde la Antigüedad, el trabajo agrícola era, frente a otras actividades como el comercio, el único digno del hombre libre y símbolo de la vida virtuosa que mantuvo en etapas posteriores. Esta traducción pone al alcance de los estudiosos una importante herramienta de consulta y análisis con la cual se podrán dilucidar los emblemas referentes a los instrumentos musicales y agrícolas utilizados en la producción artística y literaria de los siglos XVI al XVIII en Europa y América.