Reseña:

No hay nada más frágil y evasivo que el orden deseado. A lo largo de su historia México lo ha perseguido sin cesar, pero nunca lo ha conquistado ni remotamente. Quizá por eso, la nuestra es una historia de revoluciones, desde la lucha independentista hasta la revolución democrática cristalizada en los albores del presente siglo, pasando por la Guerra de Reforma, la Revolución Mexicana y muchas otras gestas que nos han constituido como nación. Las conmemoraciones quieren perpetuar en la memoria colectiva aquello que, precisamente, nos constituye y nos ha conducido trabajosamente a lo que somos o quisimos ser, pero el ejercicio también puede petrificar el pasado, volverlo una estatua, una fecha, un libro de texto. Por ello, conmemorar nuestra historia debe ser más bien un ejercicio creativo, un pretexto formidable para repensar lo que dejamos inconcluso en el camino y volver a abrazar con entusiasmo los ideales abandonados. Hacia ahí quiere avanzar el presente ensayo. Más que una exaltación de logros históricos, quiere ser una reflexión crítica de nuestro tiempo y nuestra realidad, ese orden social siempre deseado y nunca alcanzado.