Reseña:

El paso de priístas a otros partidos y viceversa está siendo una de las principales características de los políticos mexicanos de todos los niveles, desde regidores de un municipio regional pequeño, hasta quienes aspiran a ser gobernadores. La emigración priísta está motivando la competitividad política, el realineamiento electoral y la alternancia. No obstante, el cambio de partido político se asemeja a una traición a la ideología, el electorado y el país. ¿Es la migración política un acto de convicción o conveniencia? El transfuguismo se presenta ambiguo: algunos se van del PRI por un maquiavelismo puro que les indica mejores retribuciones en otros institutos políticos; en contraste, cada vez son menos, los que se salen porque fueron obstaculizados desde las burocracias partidistas y tratan de ser coherentes con su ideología y los ciudadanos. Si la migración partidista es un acto de felonía o de adaptación, el ciudadano sólo lo puede comprobar en el ejercicio público del tránsfuga. Por lo pronto, es necesario crear leyes que regulen este comportamiento así como mejorar las instituciones que salvaguardan la democracia y los derechos políticos de la gente.