Reseña:

Quien conoció a Alejandro Aura, ya sea como amigo, como actor en las muchas obras que protagonizó, en la tele o en el cine, sabe la importancia que le daba a una anécdota, a una historia más allá de su realidad merecía ser cierta, y esta manera de mirar el mundo anecdótico pasaba a la página en su relatos: sabía sacarle punta a una descripción o hallar un último giro a lo que le parecía ya concluido para que lo viéramos desde otro ángulo. De la voz del relato hablado a la página escrita Aura decantaba lo muchas veces ensayado en conversaciones y se afiliaba sin pudor a esa larga progenie de cuentistas que puede relatar un miedo, algo que le sucedió cómo si le pudiera suceder a cualquiera -y esa es una de sus mejores virtudes: en el texto le sucedía- o la más disparatada de las aventuras, todo le parecía real, y por lo tanto realizado. Por eso los relatos de Cuentos y ultramarinos son fascinantes, festivos a veces, melancólicos en otras ocasiones pero siempre hipnóticos y conmovedores. Alejandro Aura (1944-2008) nos deja en este libro una lección literaria y una manera de seguir compartiendo sui presencia.