• TRILOGIA SOBRE LA CASA EL ENCOMENDERO DE VALLADOLID
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TRILOGIA SOBRE LA CASA EL ENCOMENDERO DE VALLADOLID

CAPITAL MUNDIAL DE LAS ANIMAS

$ 140 MXN

Autor: PEDRO JOSE SIERRA LIRA

Editorial: EDITORIAL FONTAMARA

Tema: NARRATIVA

Año de Publicación: 2022

Páginas: 72

Formato: 0.00 x 0.00 x 0.0

ISBN: 9786077367727

Reseña:

A partir de un expediente del Archivo de Indias de Sevilla, cuya copia obra en su poder, Pedro Sierra convierte a José de Sierra, solicitante da la Encomienda de Valladolid, Yucatán, en 1710, en un ánima que llega un dos de noviembre ?día de muertos? a la que fue su casa, encuentra en ella a quien supone es un pirata, comprende su situación de espíritu y recibe a las ánimas de su esposa, sus suegros, funcionarios, amigos, un fraile y un comerciante. El nuevo dueño de la Casa del Encomendero les hace una ofrenda tradicional y acuerdan verse en noviembre del siguiente año. Las almas del fraile y del comerciante no vuelven a su dimensión, se quedan y hallan más ánimas que vagan por Valladolid, de tal manera que el siguiente dos de noviembre, la casa de Erik Álvarez es visitada por más espíritus, entre ellos los de varios piratas que estuvieron en esta zona. El fraile y el comerciante avisan que hay miles de almas que quieren presentarse de manera belicosa; logran impedirlo momentáneamente, pero se enrarece el ambiente en Valladolid, la gente sabe que algo va a ocurrir y tres meses después llegan miles de almas de mayas, españoles, mestizos, negros y otros muertos en la llamada Guerra de Castas, exigiendo que se les escuche y haga justicia, exponiendo cada parte las injusticias que se cometieron en su contra, escuchando de las otras partes las que ellos, los reclamantes, cometieron; comprenden finalmente lo ocurrido y las causas de los horrores que se cometieron, retirándose para dejar la ciudad en paz, lo que permitió que se organizara el festival mundial de las ánimas, con representaciones en Chichén Itzá y en Valladolid, donde vecinos, visitantes nacionales y extranjeros, portando cada uno los ropajes de sus tierras usados en el siglo XVIII, festejaron no un día, sino un mes de muertos: el mes de noviembre, lo que se convertiría en tradición.

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